Hierro. Hay muchas razones por las que este mineral precioso es básico en nuestra nutrición y la falta de este se relaciona con síntomas que nos afectan tanto física como funcionalmente.
¿Cómo podemos darnos cuenta de que sufrimos una deficiencia de hierro? Si escuchamos nuestro cuerpo hay señales que nos pueden indicar si es necesario hacer una visita con nuestro médico de confianza como son las siguientes:
- Cansancio fuera de lo común y/o desconcentración.
- Palidez en rostro, uñas, encías, en la parte interna de los párpados inferiores o al interior de los labios.
- Dificultad para respirar con normalidad o agitación luego de realizar tus tareas diarias.
- Sensación de que tu corazón está “palpitando muy fuerte” o más rápido de lo normal.
- Resequedad en piel y pelo, incluso puede que aumente la caída de este.
- Calambres musculares.
¿Qué podemos hacer para cubrir esta necesidad y recuperar el equilibrio?
Lo primero siempre será consultar un médico especialista que confirme nuestras sospechas, él nos indicará los pasos a seguir, probablemente involucrando una dieta saludable. Los alimentos con mayor aporte de hierro son los siguientes:
- Proteína de origen animal, es este caso carnes rojas magras, hígado y embutidos de sangre cocida.
- Mariscos y moluscos de concha.
- Frutos secos, semillas y legumbres como nueces, semillas de girasol y garbanzos.
- Verduras de hoja verde como las espinacas por excelencia.
La falta de hierro puede derivar en una anemia ferropénica, la cual está presente en una cuarta parte de la población mundial; además es uno de los desórdenes que más afectan a los deportistas según el ISAF (2020).
La principal causa es una alimentación deficiente, rutinas de entrenamiento muy extensas o rigurosas que requieren de este mineral, así como la perdida de glóbulos rojos y hierro en una cantidad mayor de la que nuestro cuerpo puede recuperar; como lo es en el caso de mujeres embarazadas o que están durante su periodo menstrual.
Además de estas fuentes naturales de hierro, un factor muy importante es la capacidad de absorberlo una vez que se encuentra en nuestro organismo. El mejor aliado para llevar a cabo este proceso es el ácido ascórbico, mejor conocido como vitamina C, el cual puede ser encontrado sobre todo en frutos cítricos y verduras, así como en suplementos alimenticios.
Si el médico recetase algún suplemento de hierro, tomarlo con jugo de naranja o acompañarlo con algún suplemento de vitamina C mejora la asimilación de este mineral a nivel gastrointestinal. Incluso en países en desarrollo, donde el acceso a las carnes rojas es más complicado, el ácido ascórbico es la mejor opción para combatir el déficit de hierro al mejorar su absorción.
¿Porqué el hierro se relaciona con los músculos y la oxigenación en sangre?
Este mineral ayuda a producir la hemoglobina, una proteína de los glóbulos rojos la cual es la responsable de transportar oxígeno desde los pulmones al resto de nuestro cuerpo a través de la sangre, facilitando esta tarea al corazón.
El oxigeno es un componente básico para aportar energía a tu cuerpo, al aumentar tu actividad física, los músculos requieren más energía y por ende una mayor oxigenación.
Los ejercicios conocidos como anaeróbicos o estáticos son por lo general actividades intensas relacionadas con la tonificación de los músculos; en estas actividades la energía se genera mediante un proceso en que no utiliza el método de oxigenación, sin embargo, genera una sustancia llamada ácido láctico, la cual al realizar ejercicio intenso sin una preparación previa o gradual puede generar fatiga, dolor, calambres y ardor, debido a la acumulación de esta sustancia en nuestros músculos.
En conclusión, nuestro cuerpo nos sigue demostrando como cada nutriente que consumimos es una pieza fundamental para sostener nuestro organismo, somos una maquinaria perfecta y afortunadamente tenemos las herramientas al alcance de nuestras manos en la naturaleza.
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